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malabares de "la perla"

fotorreportaje

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Brayan Stiven Espinosa Moncada

Instagram: @brayanespinosam

 “Si yo te contara tantas cosas de mi vida, te pondrías a llorar acá conmigo”

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Leycesther José Abreuo, como sus amigos lo llaman, ‘Chester’, es un venezolano que migró a Colombia en busca de un mejor futuro para él y su familia. Llegó con su esposa Stefany a Medellín, donde la vida les dio el regalo de ser papás. ‘Chester’ vivió allí dos años y se dedicó a hacer lo que mejor sabe, tatuar.

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Una de las situaciones más difíciles por las que tuvo que pasar fue por el hurto de sus seis máquinas de tatuar. Entraron a su habitación, se robaron las máquinas y toda su ropa, lo dejaron sin nada. Solo logró recuperar dos de estas luego de hablar con uno de los “duros” del sector en donde vivía. A pesar de esto, ‘Chester’ lamenta haber pasado por ese momento tan desmotivador.

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Eso no era nada para lo que vendría después, un fuerte golpe directo al corazón de él y su pareja. ‘Chester’ perdió a su hijo estando en sus brazos, murió de un infarto, conmovió por completo la vida de ambos. Stefany decidió volver a Venezuela, se separaron y ‘Chester’ rehizo su vida viajando a otra ciudad. Llegó a Pereira en busca de un mejor futuro, una vida diferente a la que el destino ya le había deparado. Después de todo, sufrimientos fueron y vinieron en su migración.

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Es difícil vivir así, tengo que levantarme a las cuatro de la mañana

para ir a los semáforos porque si llego más tarde, los semáforos se ocupan

y eso es un problema grave. Los malabares son buenos, pero si el truco no te sale,

eso te cuesta dinero que ni siquiera tienes aún. Yo tengo que pagar 230 mil pesos de arriendo y hay días en los que me va bien, otros días en los que me va mal, esto es así. 

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"La sonrisa vale más que las monedas"

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Maximiliano Gastón Gómez, o ´Max´, es un argentino de 28 años que llegó a Colombia el 13 de marzo de 2020, poco antes del cierre de fronteras por la pandemia del Covid-19. Viajó al país con el interés de conocer gran parte de él y así lo ha logrado. Ha estado en Cali, en Bogotá y otras ciudades centrales del país.

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Por lo que conoce de Colombia, decidió quedarse en Pereira, esto por la amabilidad de la gente que vive en la ciudad, lo hizo sentirse querido y bienvenido. 'La Perla' le ha ofrecido más que dinero, le ha otorgado vivir del arte, como lo llama él.

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En los semáforos del intercambiador que quedan debajo del parque Guadalupe Zapata, la mayoría de días se ve dando su espectáculo y haciendo reír a las personas que pasan en sus vehículos. En algunas ocasiones, lo miran mal por su forma de ser, les hace gestos a las personas y le enoja bastante que lo ignoren. Recalca que los malabaristas deben ser vistos, ya que el fin de ellos en las calles es entretener a las personas que se dirigen a sus casas o trabajos.

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Maximiliano ha sido víctima de xenofobia, en su mayoría por venezolanos migrantes. A pesar de esto, también le han pasado cosas lindas “lo más bonito que te puede pasar es que te inviten a almorzar, recientemente me pasó y no supe cómo agradecerle a la persona”.

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"Hay tanta magia en los camioneros del país"

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Ariel Arias es argentino, tiene 28 años, se dedica a los malabares y también realiza trucos de magia en los semáforos. Decidió aprender a hacer magia gracias a un amigo, a quien le recogía las pelotas cuando hacía los trucos. Allí se dio cuenta que a las personas les impresionaba más la magia que los malabares.

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El arriendo en Pereira le cuesta nueve mil pesos diarios, por este precio obtiene una habitación y wifi, todo lo que para él se necesita para “sobrevivir”. Viaja todos los días y recorre un trayecto aproximado de una hora para llegar a la zona de Cuba. Dice que Cuba es tan buena que hay que compartir el espacio con otras personas que se hacen en el lugar. En una hora se consigue alrededor de quince mil pesos, diariamente se propone una meta económica a cumplir, de eso depende la hora en que se devuelve a su habitación arrendada.

 

Una de las situaciones más tristes por las que pasó fue por culpa de otros colombianos desplazados del Chocó. A Ariel lo discriminaron por ser migrante y lo confundieron con un venezolano, y a pesar de explicarles que era argentino, decidieron sacarlo del lugar en donde se encontraba realizando malabares y trucos de magia. “Prácticamente tuve que salir corriendo, ellos me sacaron cuchillos y si no hubiese sido por un señor en una camioneta que me defendió, probablemente me hubiesen matado”.

 

Cuenta que hay disputas por los territorios de los semáforos, algunos son específicamente para venezolanos, y en ocasiones, se generan altercados por invadir zonas que no les pertenecen. Con los ojos encharcados y una sonrisa en su rostro, Ariel afirma que hay magia en los camioneros del país, los cuales en distintas ocasiones le han dado billetes de cincuenta mil pesos. Esto para él es una obra de caridad, y afirma, que Colombia es un país que se encuentra bien, a pesar de que los colombianos dicen que está mal.

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