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artista sabor a café

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Sandra Yaneth Mejía Sepúlveda

Instagram: @sxndra_mejia

Inconmensurable, amor y locura son las palabras favoritas de Hernán Mallama. No olvida la lección que le dio una profesora en su infancia sobre siempre hacer reír a sus estudiantes, y ha tenido el hábito de leer cualquier temática en su camino. Hernán Mallama Roux es docente, escritor de seis libros y varias antologías, poeta y administrador de su propia marca de café.

 

Nace en 1973 en Roldanillo, Valle. Siempre fue un chico rodeado de libros, ya que su padre, Orlando Mallama, pertenecía al Círculo de Lectores. Esta misma figura sería quien le enseñaría la importancia de las decisiones en la vida. Su viaje por la lectura comienza por los cómics y libros instructivos. Sin embargo, a los 10 años, llegaría un libro que le haría ver magia en la lectura. Lee Las Mil y Una Noches, un libro antiguo lleno de cuentos de árabes y genios. Allí comenzaría su amor por la literatura. Tuvo vocaciones con constantes saltos. Quiso ser sacerdote y músico, pero su padre no apoyó mucho estas ideas. Después de estas dos contradicciones se encuentra con reflexiones en su vida durante el colegio. Estudió en el Belisario Peña Piñeiro, y aunque iba muy bien, era realmente muy hiperactivo, tanto así que pusieron en cuestión su estadía en el colegio. Fue entonces cuando su profesor Luis Mondragón resaltó sus capacidades y convenció a los demás profesores de que se quedase. En grado 11, justo el día de su graduación, expresaba frente a sus compañeros que no quería ser profesor, mientras recibía un diploma que lo denominaba ‘Maestro Bachiller’. Sin embargo, aclaró que si el destino lo llevaba a ser docente, quería ser como ese profesor de octavo grado que le había cambiado la vida. Fue tan así, que un año después comenzó a dar clases en Pereira.

 

Estudió licenciatura en Educación, Español y Comunicación Audiovisual en la Universidad Tecnológica de Pereira. Ahora, para Hernán, la docencia es una responsabilidad ética y social enorme. Dedica mucho tiempo a preparar sus clases, no solo para brindar contenido, sino para dar metodologías distintas a los estudiantes, porque cree que es un deber ayudar a aprender y a entender a la humanidad. A pesar de ello, hizo un compromiso consigo mismo: a los 55 años se retiraría porque siente que ya no tendría la misma capacidad con sus estudiantes, lo cual le parece irresponsable. Ya en lo poético, Leonardo Fabio Marín, futura revelación literaria risaraldense, sería el personaje que leería sus primeros poemas y le inspiraría a seguir escribiéndolos. La poesía en su vida ha sido un camino de descubrimientos. Todavía no trata a sus escritos como poemas porque lo considera petulante. Espera que durante el proceso, sea la gente que lo lee quien le dé la razón.

 

Dentro de este mismo proceso también aparece el poder del escritor, para Hernán que llega a ser como convertirse en ‘dios’. Para Mallama escribir es crear personajes, que aunque posean situaciones ficticias, son verosímiles; con sensaciones de autodescubrimiento; verse a sí mismo en la historia. Lo ve como un ejercicio de catarsis. Dentro de los tantos sueños de Hernán aparece María Antonia, que nace en 2001. En su momento habla con su esposa Andrea Murillo, sobre invertir un dinero en un cultivo de café.

 

Fue un proceso lento, ya que para recoger la primera cosecha había que esperar alrededor de dos años. Comenzó, junto a ella, a estudiar sobre los cultivos. Surgieron preocupaciones con respecto al fuerte mercado en el Eje Cafetero. Fue entonces cuando le propuso a Andrea crear una empresa. Tenían muchas dudas sobre si vender su café a la Federación de Cafeteros, al final  deciden crear su propia marca de café. De allí sale: María Antonia. Nombre que en algún momento pensaron poner a una hija, pero ya con dos chicos en su vida, apropiaron el nombre para la ocasión. Aprendieron  cómo obtener el sabor, el aroma, la importancia de un buen tostador, el proceso de recolección y demás. No solo querían un buen café para la región, buscaban un vínculo con las personas que compraran el producto.

 

 Es allí cuando aparece Frank Villada, quien les dice que ellos venderían una experiencia de café. Un propósito que va desde conocer el cliente, atender sus necesidades, acoger sus expectativas y brindarles gratitud. Desde aquel momento ha sido su mayor objetivo. Por la competencia del mercado en la región, deciden tomar varios de sus ahorros y montar el local justo donde se encuentra actualmente en la Calle 23, en el corazón de Pereira. A pesar de ser un Café Boutique, desde un principio se tenía pensada esta conexión con los espacios culturales. Hernán contactó a varios gestores culturales de la ciudad para contarle sobre el proyecto y los posibles vínculos con los públicos. Todos se enamoraron del proyecto hasta tener una agenda cultural permanente. Fue así como María Antonia se convirtió en un espacio no solo para pereiranos y amantes del café, sino también para artistas de todo tipo. Hernán abraza este proyecto y recuerda su vida como un grato esfuerzo de amor.

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